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¿Cuáles de éstas acciones crees tú que contamina más la Capa de Ozono?

"De no haberse reducido el uso de CFC, para el año 2065 dos terceras partes de la capa de ozono se habría desvanecido y el agujero de ozono cubriría la tierra”. Paul Newman ( experto en meteorología de la NASA).

domingo, 9 de mayo de 2010

DESTRUCCIÓN OZONO

Acción internacional

Aunque en esa época la hipótesis de Rowland y Molina fue un punto controvertido, dio la alarma en muchos países. Mientras que continuaba el debate, fue aumentando la presión para el control de los CFC. Entretanto, el PNUMA estableció las bases para la acción internacional.

En marzo de 1977, los expertos de 32 países se reunieron en Washington, donde se adoptó el Plan Mundial de Acción sobre la Capa de Ozono. El Plan abarcaba la investigación de los procesos que controlan la concentración del ozono en la estratosfera; la vigilancia del ozono y la radiación solar; el efecto de la destrucción del ozono sobre la salud humana, los ecosistemas y el clima; y la creación de sistemas para estimar los costos y beneficios de las medidas de control. Las agencias de las Naciones Unidas y las organizaciones no gubernamentales (ONG) asumieron la responsabilidad por determinados aspectos del programa y el PNUMA fue nombrado coordinador.

Para asistir al PNUMA, se estableció un Comité Coordinador sobre la Capa de Ozono (CCCO), formado por las organizaciones intergubernamentales, los expertos gubernamentales y la Asociación de Industrias Químicas. Los nueve informes de cálculos del CCCO conformaron las bases de las negociaciones internacionales posteriores sobre la protección de la capa de ozono. La reunión de Washington incitó a los Estados Unidos y, luego a Canadá, Suecia y Noruega, a prohibir el uso de los CFC en los aerosoles, que en aquel entonces eran responsables por la mitad del uso global de los CFC. Pero la prohibición no abarcó los usos esenciales para fines médicos y similares. Además, la Comunidad Europea acordó no aumentar su capacidad de producción de CFCI I y 12. Estas medidas sólo proporcionaron un alivio temporal.

Después de haberse reducido durante varios años, las emisiones de CFC 11 y 12 volvieron a aumentar a comienzos de la década de 19X0, debido a los usos no relacionados con aerosoles. Dado que la capacidad de la CEE era mucho mayor que la producción real, su congelamiento no sirvió de mucho para reducir el crecimiento de la industria. Pero la medida sobre los aerosoles hizo que disminuyera la presión del público por los controles. El PNUMA se quedó sólo, con la responsabilidad de mantener el problema de la destrucción del ozono en los temarios internacionales.

El agujero de la Antártida

Ya se ha demostrado que los CFC son la principal causa detrás de la prueba más impresionante de la destrucción del ozono. Cada primavera austral se abre un "agujero" en la capa de ozono sobre la Antártida, tan extenso como los Estados Unidos y tan profundo como el Monte Everest. El agujero ha crecido casi todos los años, desde 1979. En los últimos años, el agujero ha aparecido cada año, excepto en 1988.

En 1992, cuando el agujero alcanzó su mayor tamaño, la destrucción del ozono alcanzó un 60% más que en las observaciones anteriores. El agujero cubría 60 millones de km2 comparado con 44 millones de km2. En 1992, el agujero se observó durante un periodo más largo, probablemente porque las partículas lanzadas por el volcán Monte Pinatubo aumentaron la destrucción de la capa de ozono. Evaluaciones de la capa de ozono en algunos puestos de observación en 1992 también demostraron la destrucción total de la capa de ozono entre los 14 y los 20 km. de altura.

Nadie sabe cuáles serán las consecuencias del agujero en la capa de ozono, pero la investigación científica exhaustiva no ha dejado dudas en cuanto a la responsabilidad de los CFC. Al parecer, su acción es favorecida por las condiciones meteorológicas exclusivas de la zona, que crean una masa aislada de aire muy frío alrededor del Polo Sur.

Los CFC y el calentamiento de la Tierra

Los CFC y los halones contribuyen al efecto invernadero, y pueden causar el calentamiento de la Tierra. Teóricamente, una molécula de CFC11 ó 12 es más de 10.000 veces más efectiva que una molécula de bióxido de carbono, en su aporte al calentamiento del planeta. Sin embargo, se desconoce el efecto neto sobre el calentamiento de la Tierra de la emisión a la atmósfera de las sustancias dañinas para el ozono y la destrucción ulterior de la capa de ozono. El enfriamiento por radiación provocado por la pérdida del ozono estratosférico inferior podría compensar el calentamiento causado por las sustancias químicas destructoras del ozono.

No obstante, el delicado equilibrio de la atmósfera no debe someterse a prueba porque no podemos pronosticar las consecuencias con seguridad absoluta. El agujero de la Antártida es un terrible ejemplo de la intromisión del hombre en la atmósfera natural.

Los orígenes - Advertencias científicas

La protección de la capa de ozono ha sido objeto de atención del PNUMA desde sus orígenes en 1972. El problema fue tratado un la Conferencia sobre el Medio Ambiente Humano que se realizó en Estocolmo y dio origen al PNUMA. En esos días, la preocupación estaba concentrada en el daño que podrían provocar a la capa de ozono los centenares de aviones supersónicos que se suponía estarían en servicio a fines de la década de 1980, los frecuentes vuelos del transbordador espacial que estaban planeados y la liberación de los óxidos nitrosos de los fertilizantes. Pero a mediados de la década de 1970 se comprobó que buena parte de éstos eran motivos de falsa alarma.

En 1974, Sherwood Rowland y Mario Molina de la Universidad de California en Berkeley publicaron un artículo sugiriendo que los CFC podrían desempeñar un papel fundamental en la destrucción del ozono en la estratosfera. Su investigación fue instigada por James Lovelock quien descubrió que los CFC se hallaban más o menos uniformemente distribuidos en la atmósfera global, lo que indicaba que no se descomponían como la mayor parte de las demás sustancias químicas artificiales.

Roland y Molina sostuvieron que las moléculas estables de CFC podían ascender a la estratosfera y destruir las moléculas de ozono. Dedujeron que el proceso se basaba en dos reacciones químicas, en tanto que en la actualidad se han identificado unas 200 reacciones que podrían tener un efecto sobre la destrucción del ozono. Pero su tesis básica ha sido respaldada y está considerada como la forma principal de la destrucción del ozono.

La destrucción de La Capa de Ozono

La destrucción de la capa de ozono es uno de los problemas ambientales más graves que debemos enfrentar hoy día. Podría ser responsable de millones de casos de cáncer de la piel a nivel mundial y perjudicar la producción agrícola. Sin embargo podemos cobrar ánimos, ya que ha motivado a la comunidad internacional a acordar medidas prácticas para protegerse de una amenaza común.

En 1987, los gobiernos de todos los países del mundo acordaron tomar las medidas necesarias para solucionar este grave problema firmando el Protocolo de Montreal relativo a las Sustancias que agotan la Capa de Ozono. Fue un acuerdo notable que sentó un precedente para una mayor cooperación internacional en encarar los problemas globales del medio ambiente. Bajo los auspicios del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), los científicos, industrialistas y gobiernos se reunieron para iniciar una acción preventiva global. El resultado fue un acuerdo mediante el cual se comprometieron los países desarrollados a una acción inmediata, y los en desarrollo a cumplir el mismo compromiso en un plazo de diez años.

Desde entonces, se han presentado nuevas pruebas científicas de que la destrucción del ozono está ocurriendo más rápidamente que la previsto. Pero los líderes mundiales han actuado muy bien en este asunto. En 1990 se hicieron enmiendas importantes al Protocolo de Montreal, en Londres, y en 1992 en Copenhague, para acelerar la eliminación de las sustancias destructoras del ozono. Muchos países han reaccionado ante esta amenaza creciente optando por eliminar la producción y consumo de las sustancias destructoras del ozono más rápidamente que lo estipulado por el tratado. Se facilitó un mecanismo financiero para estimular la acción de las naciones en desarrollo. El resultado demuestra que las partes del Protocolo han anticipado la ejecución de las disposiciones del tratado.

Las sustancias milagrosas

Durante medio siglo, las sustancias químicas más perjudiciales para la capa de ozono fueron consideradas milagrosas, de una utilidad incomparable para la industria y los consumidores e inocuas para los seres humanos y el medio ambiente. Inertes, muy estables, ni inflamables ni venenosos, fáciles de almacenar y baratos de producir, los clorofluorocarbonos (CFC) parecían ideales para el mundo moderno.

No sorprende, entonces, que su uso se haya generalizado más y más. Inventados casi por casualidad en 1928, se los usó inicialmente como líquido frigorígeno de los refrigeradores. A partir de 1950, han sido usados como gases propulsores en los aerosoles. La revolución informática permitió que se usaran como solventes de gran eficacia, debido a que pueden limpiar los circuitos delicados sin dañar sus bases de plástico. Y la revolución de la comida al paso los utilizó para dar cohesión al material alveolar de los vasos y recipientes desechables.

La mayor parte de los CFC producidos en el mundo se utilizan en refrigeradores, congeladores, acondicionadores de aire, aerosoles y plásticos expansibles, que tienen múltiples usos en la construcción, la industria automotriz y la fabricación de envases, la limpieza y funciones similares.

Las sustancias químicas más peligrosas tienen una vida muy larga. El CFC I dura en la atmósfera un promedio de setenta y cuatro años, el CFC 12 tiene una vida media de ciento once años, el CFC 113 permanece durante unos noventa años y el halón 1301 dura un promedio de ciento diez años. Esto les da tiempo suficiente para ascender a la estratosfera y permanecer allí, destruyendo el ozono.

Otros compuestos de cloro y bromo, como el tetracloruro de carbono, el metil cloroformo y el bromuro de metilo, también son dañinos para la capa de ozono. El tetracloruro de carbono, que también se usa para combatir incendios, y para los pesticidas, la limpieza en seco y los fumigantes para cereales, es algo más destructivo que el más dañino de los CFC.

El metilcloroformo muy usado para la limpieza de metales, no es tan perjudicial, pero igualmente representa una amenaza, ya que su uso se duplica cada diez años.